Galería Carlos Orozco 2025 (Exposición Individual)

LOS VECINOS DE NOÉ
Porque nada demuestran, es un error denominar estos grabados como pruebas de artista. Tampoco deben llamarse pruebas de estado, dado que no les sucede la edición numerada de una serie de copias. Es preciso tomar prestada una categoría musical y clasificarlos como un tema con variaciones. Las pinturas bien pueden someterse a la misma taxonomía.
En cuanto al tema, representan la culpa que precede la invención del vino. Retratan a los amigos que un hombre justo y honrado, como el que más, abandonó en el diluvio.
El diluvio es la reminiscencia de un evento anterior a nosotros. Un desastre primigenio que resuena en cada tragedia promovida por la corrupción de nuestra especie. Hay leyendas griegas, sumerias y chinas que cuentan la misma historia y así lo confirman. Para quien ha olvidado las cosas que no ha vivido, hago un breve relato del mito en el que dicho recuerdo inquiere significado, y una breve semblanza de sus protagonistas.
Noé desciende de Caín. Es concebido tras la muerte de aquel primer asesino, y nace también en un momento providencial, el último día de Adán. Noé es un hombre bueno que trae bienestar al mundo. Gracias a él, ya no se trabaja la tierra con las manos desnudas. Se le atribuye la invención de las herramientas para la agricultura y la generosa divulgación de las mismas.
Jehová no desciende de nadie. Existe por sí mismo y es eterno. Está arrepentido de su obra, que es el mundo. Con peso en el corazón, decide arrasarlo, pero salvando a Noé y los suyos, en reconocimiento de su excepcional virtud.
Jehová encomienda a Noé la construcción de un arca para guardar a los animales. Noé trabaja en ella tan lentamente como puede, con la esperanza de evitar la tragedia. Logra apenas postergarla, tanto como el trance de su tarea: cincuenta y dos años. La cifra no es despreciable a nuestros ojos, pero es insignificante para la época. Sin considerarse un anciano, Noé cuenta seiscientos años cuando termina su encargo y Jehová desata las aguas por cielo y tierra.
Entonces llueve sin tregua durante ciento cincuenta días, los suficientes para eliminar toda vida de la superficie. Noé lleva consigo semillas de uva de la cepa del edén. Cuando las aguas bajan y aflora la tierra, sale a cultivarlas. El mismo día que las siembra, rinden frutos. Los recoge, los prensa, y hace vino por primera vez. Los ángeles contemplan con sorpresa su invento. Algunos lo prueban. Noé pretende alegrar su corazón y bebe en abundancia, pero cae preso de la melancolía.



















